“El futuro es nuestro para ganar” dijo Obama en los principios de sus discurso anual “estado de la unión” el martes por la noche. A pesar de expectativas de un movimiento hacia el centro, el discurso fue una llamada a los ciudadanos Americanos a mejorar y invertir en innovación, educación y la infraestructura porque “eso es el momento Sputnik de nuestra generación.” Destacaba comparaciones con otros países como en Correa el Sur, los profesores son conocidos como ‘constructores de la nación’, China tiene el ordenador mas rápido del mundo; y Europa ha invertido en su infraestructura. Propone el argumento que en vez la luchar y competir entre los dos partidos, tenemos que unir como un país y enfocar en competir con el mundo. “El mundo ha cambiado…las normas han cambiado” nos dice.

A pesar de defender elementos del estado de bienestar como los pensiones, la reforma sanitaria y quitar las recortas en impuestos para los ricos, este discurso fue un homenaje a la capacidad Americana por innovación y espíritu emprendedor—algo que nos hace excepcional en el mundo capitalista y un argumento que pone los Republicanos a la defensiva porque lo combinaba con una llamada a congelar gastos del gobierno.

Quizás, lo que haya sido mas importante sobre este discurso del estado del unión ha sido el tono. En principio, la idea del Representante Mark Udall (D-CO) de mezclar los representantes de los partidos en la camera en vez de agrupados por partido parecía mas simbólico que sustantivo, pero ha tenido un efecto profundo en el tono del evento. Obama es un orador que saca mucha energía de su audiencia, por eso brilla tanto en los discursos multitudinarios y menos en videos desde la Oficina Oval. Tras los eventos en Arizona hemos tenido un debate publico sobre el tono del discurso político en EE.UU. y entonces, entre eso y el hecho de estar sentado al lada de alguien del otro partido, había un tono mucho mas quieto y quizás resulto en un discurso un poco mas aburrido.

Aburrido o no, fue un momento que Obama acercaba a su verdadera promesa de cambio—el cambio del tono partidista de Washington D.C. Duro una hora, pero algo es algo y cambio es difícil.