Mitt Romney sobre la decisión del Tribunal Supremo de ayer sobre la ley de inmigración de Arizona:
“Ahora usted probablemente ha oído hoy que había una decisión del Tribunal Supremo en relación con la inmigración y, ya sabes, dado el fracaso de la política de inmigración en este país, yo habría preferido que la Tribunal Supremo dará más libertad a los estados y no menos. Y hay estados ahora en esta decisión tienen menos autoridad, menos la latitud, para hacer cumplir las leyes de inmigración.”
La autonomía de los estados es un tema que me fascina desde España donde es a revés: en EE.UU. el concepto de darlos más autonomía para gobernar es asociado con los conservadores y es más viejo que nuestra constitución. De hecho, fue uno de los argumentos central sobre donde concentrar el poder y al final, optaron para federalismo que ha sido evolucionando desde entonces. Por otro lado, los progresistas argumentan que el progreso social impactante ha sido por leyes y actos federales (Civil Rights Act) y decisiones del Tribunal Supremo (Roe vs. Wade, Brown vs. Board of Education), porque siempre hay algunos estados–según a los “elitistas” como yo de California o Nueva York—más retrasados en esos temas y hace falta garantizar los derechos de todos los ciudadanos estadounidenses.
Sin embargo, los Republicanos gritan “autonomía de los estados” cuando les conviene. Ayer, el Tribunal Supremo también revirtió una ley que llevaba más que un siglo en vigor en el estado de Montana. Esa ley protege su sistema política de la corrupción del dinero corporativa, pero decidieron que esa ley es un conflicto directo con su decisión de Citizens United de 2010 que da a los corporaciones el derecho a la libertad de expresión y entonces, margen para financiar todo la comunicación electoral que quieren.
Así es: libertad para maltratar a los inmigrantes pero nada para proteger el sistema política de la corrupción del dinero de las corporaciones. God bless America.