En grassroots la semana pasada he hablado del impacto positivo que la organización de activistas puede tener en las campañas electorales porque muchos dependen de movilizar el voto. no ha sido. Un estudio “Extraños vs. Vecinos: La eficacia de la movilización grassroots de votantes” (Sinclair, McConnell, Michelson y Bedolla, 2007) es notable por su enfoque en El impacto de la movilización de activistas en el voto.
Cita una historia de investigaciones que no dice que individuales que pertenecen a redes sociales politizados están más propensos a entrar en actividades políticos y que la presión social influye la decisión de votar. Los individuales no suelen tomar decisiones políticos aislados y además, suelan escuchar a información electoral de individuales que con quien comparten intereses.
Este estudio enfocó en la movilización de votantes de bajo propensión analizando los datos de una campaña de movilizar el voto de minoridades y gente de bajos ingresos en la zona del sur de Los Angeles durante la Elección General de 2006. La conclusión es que en la base de actividades de movilización (contacto directo con votantes a través de ir puerta a puerta) subieron el voto por 6%. Eso ya es importante pero sube aun 4% más si las activistas trabajan en sus propios barios. Además, sus datos dicen que un aumento de estas actividades por activistas en los barrios donde son residentes de 10% podría aumentar el voto del mismo barrio por 3%.
Este estudio nos presenta con evidencia convincente para la movilización del voto a través de campañas basados en las comunidades y confirma el sentido común que nos dice que comunicamos mejor con gente con quien tenemos una conexión social.
Esta post forma parte de un serie sobre grassroots organizing que escribo cada martes.