Durante las primarias no lo podía decir públicamente, a fin de no crear una corriente de opinión entre el resto de miembros en Democrats Abroad en España, pero ahora si puedo comunicarlo: yo apoyaba a Hillary en las primarias.
No es que no me gustase Obama ni el resto de candidatos, sino que me parecía una pena tener tanto talento entre el grupo de candidatos demócratas y no poder utilizarlo globalmente. Era realmente un privilegio político como nunca antes había tenido nuestro partido. El debate principal a nivel de los dos candidatos principales (Obama y Clinton) se produjo siempre con un planteamiento ideológico y político que coincidió en un 95%. En mi caso opté por una mujer. No era un voto en contra sino un voto a favor.
Como mujer y demócrata me he sentido atacada por las criticas dirigidas a Clinton. En ocasiones han sido de un tono muy machistas. Los jóvenes gritando “plánchame la camisa” durante un discurso y tantos otros que NOW (organización nacional de mujeres) ha empezado una pagina web dedicado a los insultos machistas en la prensa.
Es significativo señalar que los seguidores de Obama tienen actitudes mucho mas negativas contra Clinton (32%) que los de Clinton contro Obama (18%). En general ha sido la prensa convencional en los EEUU la que ha creado la narrativa por la que los Clintons son los que han estropeado la convención. La semana pasada, en una crónica que parecía un artículo de opinión, Antonio Caño en El Pais señalaba que la intervención de Hillary en la convención “no era necesaria.” ¿Cómo que no era necesaria? Claro que lo era y lo es. Lo era por respeto a sus votantes, a los activistas y, principalmente, a las mujeres que la consideramos una referencia política. Ella nos hizo sentir orgullosas dando el mejor discurso de su vida y un paso gigante hacia la unificación del partido. Hillary era, es y será necesaria, en la política de primera línea o en el ámbito más conceptual e ideológico.