Elvira Lindo escribió un artículo muy entretenido ayer en El Pais riéndose de la absurdidad de los políticos dramáticos y haciendo el ridículo. Me alegro de que haya perdonado a los americanos este comportamiento porque “se entrenan desde parvulitos” pero me temo que esta notando lo obvio: todo el mundo se lleva la cultura de nuestro pais natal. Desde mi punto de vista Americano casi no existen oradores en España capaz de no hacerme dormir después de unos minutos. La lógica de Sra. Lindo nos  dice que se aprende esa forma de aburrir a la gente “desde parvulitos” como parte de la cultura española.

Pues, yo creo que no. Primero porque España no es un pais de gente sosa, observo España como un pais de gente muy social y de hecho más que los americanos. Aparte de lo obvio, que España tiene una democracia relativamente joven, hay razones sistemáticas porque los políticos americanos hacen lo que hacen y los españoles han sido más reservados. Nuestro sistema presidencial obliga a cada político—desde el presidente hasta al alcalde de un pueblo e incluso los congresistas tanto los nacionales como los de cada uno de los 50 estados—tiene que hacer campaña y ganar un voto de su circunscripción. Cada uno tiene que montar la campaña presidencial en miniatura. Y como votamos a personas individuales y no a los partidos políticos, esas campañas siempre han enfocado en los candidatos y sus propias historias y experiencia, ideas y planes. Entonces, tanto en la elección Europea como las nacionales, se vota una lista del partido y por eso no hay un enfoque tradicional en los candidatos individuales.

En el último ciclo, los Demócratas beneficiaron de la investigación y pensamiento de Drew Westen y a través del no podemos negar la verdad: que no votamos por razones racionales—ni aquí ni en EEUU ni en cualquier pais. La emoción tiene un papel clave en el voto y tenemos necesidad de identificar con los políticos y saber con son como nosotros. Por eso, Obama habla de su religión, vemos su familia, come hamburguesas con la gente en sus pueblos y sale en programas de risa. Personalmente, me parece ridículo que los candidatos tienen que hacer todo eso en vez de hablar de política, pero es como ganamos elecciones. A los demócratas nos volvió locos oír la frase en referencia a Bush “puedo verme tomando una cerveza con el y no con Gore/Kerry.”

Entonces, para ganar elecciones hay que conectar con la gente y ¿como se conecta con la gente? Mostrando que son como ellos. Los políticos españoles están aprendiendo las lecciones de EEUU y otros países y aprendiendo que la gente se identifica con personas no con partidos.  Las Europeas son campañas difíciles por el interés bajo en gran parte porque el pueblo español no se conecta lo que se hace en Bruselas con sus vidas. El problema de la campaña es levantar interés como sea en el 7 de Junio para que la gente vote.

No es necesariamente “una americanada” como comenta Lindo, que Leire Pajín da una charla paseándose por el escenario sino una forma de hablar mas dinámica que viene por ser joven o por haber viajado por tantos países. La gente reconoce la autenticidad directamente y los políticos que intentan hacer algo no lo es naturalmente lo suyo lo van a pagar. Juan Fernando Lopez Aguilar es una persona apasionada con la política, entonces, no me extrañaría una charla que refleje eso de el. También es autentico que una persona elegida para ir a Bruselas sea culturalmente adaptable y entonces, con formas de hablar un publico distintas.

Hay mucha tontería en la política, pero meterse con unos por intentar no aburrirnos con sus discursos es lo más ridículo. Y no son los políticos que dan charlas paseándose porque es simplemente considerada una buena práctica en la comunicación. Lo hace ponentes muy solicitados con Marc Vidal y Enrique Dans. Lo hago yo cuando me dejan un micro que me lo permite. Nadie queja de estas “americanadas.”  ¿Pero lo políticos están obligados a ser sobrios, serios y sosos? Hace falta que los políticos se acercan mas a lo ciudadanos no menos y si un discurso dinámico facilita eso no es ninguna tontería.