"Cuando doy una charla, siempre tengo un recurso para sacar una sonrisa al auditorio: "Soy mujer, del área de la Bahía de San Francisco y estudié en una de las mejores universidades, así que ya sabéis a quién voto". Risas aparte, los seguidores de Trump y sus adversarios parecen vivir hoy en planetas diferentes, y la división crece cada día. De hecho, un americano no habla hoy de política si sospecha que su interlocutor está del otro lado. Personalmente, y desde la izquierda, he constatado que la cuestión no es un simple desacuerdo: quienes están en contra de Trump piensan que sus partidarios son moralmente repugnantes." (leer artículo en El Español)