Publicado en la edición Julio-Agosto 2011 de Campaigns & Elections
En la primavera de 2008 acompañé a dos amigos—los dos profesores de escuelas públicas—a las urnas en Madrid y los dos votaron al PSOE con mucha ilusión. En la elección municipal del 22 de Mayo, mi amigo votó en blanco y mi amiga a la Izquierda Unida. Ha sido la derrota del PSOE más fuerte en la historia de la democracia Española y en términos simples, fue un referéndum sobre el Presidente Zapatero. Sin duda, los problemas de imagen de Sr. Zapatero tienen sus orígenes en negar la crisis en su principio y de este fallo sale una cadena de dificultades. Sin embargo, es demasiado simple echar la culpa de los resultados electorales a la crisis económica. Hay una lección en esta elección muy básica sobre el papel del activismo y participación en la política Española.
Tras años de charlas y mesas redondas en España sobre las campañas políticas Americanas—sobre todo la campaña de Obama 2008—y el papel de los activistas; siempre se me ha presentado un comentario: “No tenemos la misma cultura de activismo y participación política como tenéis en Estados Unidos.”
Nunca me lo creía. Cada individuo tiene la capacidad de despertar a su activista interior y solamente le hace falta una emoción, o una indignación. Existe un limite que cuando lo sobrepasamos algo hace click y salimos a la calle; esto es lo que ha pasado aquí en España en Mayo de 2011 con el movimiento de 15-M que ha despertado la indignación de miles de personas que salieron a la calle en ciudades de toda España.
En este caso, la chispa ha sido la situación tan intensamente desesperada de la gente joven en España, la generación mejor formada en la historia del país—títulos, idiomas y estancias en el extranjero—vive no solamente un rechazo del mercado laboral sino uno también de la política. Me ha explicado Jesús Caldera, vicepresidente y máximo responsable de la Fundación IDEAS, think tank del PSOE, la gravedad de esta situación en que esta gente se ha quedado sin trabajo y sin “su papel social y entonces, se siente fuera del sistema.”
Pablo López uno de los portavoces del AcampadaSol comentó que “No hay objetivo ni representamos ningún partido. Estamos aquí por la ciudadanía, en contra de los recortes sociales, la representación en la clase política…” La verdad es este movimiento—como ha observado The Economist—transmite un estado de ánimo más que un mensaje. Un papel con el título “¿Quiénes somos?” que circulaba por Sol explica: “Estamos aquí porque queremos una sociedad nueva que dé prioridad a la vida encima de los intereses económicos y políticos. Abogamos por un cambio en la sociedad y en la conciencia social. Demostrar que la sociedad se ha dormido y que seguiremos luchando por lo que nos merecemos mediante la vía pacifica.”
El estado de ánimo se trata de cambio, de participación y más profundamente, de cuestionar la calidad de la democracia en España.
Los partidos políticos son la vía casi única para los ciudadanos que quieren participar en la política Española. Desde mi punto de vista, me parece que los partidos ofrecen pocas oportunidades de participar plenamente en sus actividades y decisiones. Una fuente dentro de uno de los partidos me lo confirmó al comentar que: “Los partidos son máquinas de rechazo.” Lo que me más preocupa son los líderes y asesores de los partidos que dicen que los españoles simplemente no quieren participar a pesar de ver los resultados del 22M.
Sobre la organización de activistas, existe la duda de siempre: ¿la falta de participación ciudadana es porque ellos no quieren participar o porque no estamos creando oportunidades de participar? Aunque existen ambos casos, siempre, como organizadores, es nuestro deber culpar la segunda opción y hacer una reflexión sobre las oportunidades que nuestra organización está ofreciendo. ¿Les buscamos y reclutamos activamente o pasivamente? ¿Les ofrecemos formación? ¿Reconocemos y desarrollamos líderes? Y cuando los tengamos, ¿les damos la autonomía de desarrollar actividades en su área de responsabilidad y la oportunidad de participar en la toma de decisiones importantes?
Casi todos queremos formar parte de algo más grande que nosotros mismos, pero también buscamos autonomía en el trabajo que aportamos a organizaciones como voluntarios. Queremos participar plenamente y no solamente en nombre. Está claro que colaborar con voluntarios se supone un trabajo más confuso para las organizaciones de todos tipos. Una directora de captación de fondos de una ONG en Madrid me comentó felizmente que no necesitaban voluntarios ni una junta directiva porque recibieron sus fondos de otras fundaciones. Operar una ONG u organización política sin participación ciudadana es operarla sin corazón, y sin corazón no cambiamos el mundo, nunca.
Hay otra razón mucho menos idealista porque los partidos políticos deberían hacer el esfuerzo para contar con la participación ciudadano en todas sus actividades: son los ciudadanos que votan. También porque los partidos políticos no son sexy sino los candidatos y causas, entonces, lo que queda es contactar con los votantes y escucharles porque en principio un partido político es un colectivo de ciudadanos con intereses y valores en común y una visión compartida de cómo quieren gobernar. ¿Si un partido político no viene de un impulso ciudadano, para qué existe?
Hay una oportunidad importante para los partidos que deciden escuchar esta llamada y hacer cambios para abrirse a una participación de verdad. Claro que es algo difícil porque los partidos Españoles tienen mucho poder pero en ceder un poco de poder a sus bases de votantes, ganaran mucho más que de no hacerlo. Además, en este sentido es clave porque estamos hablando de la lucha por el favor de una generación de españoles—una que es más educada y más cosmopolita y más conectada que nunca y nos ha mostrado que está despierta. No tiene mucho que ver con sus padres y no podemos dar por hecho que van a votar al partido de sus padres. Las derrotas presentan grandes oportunidades para los partidos de volver a sus bases—las grassroots—para reconectar y escuchar. Algo aun más importante para los partidos de la izquierda que dependen más de la participación del voto de su base.
Quizás los dos partidos grandes de España—el PP y el PSOE—hayan disfrutado una convivencia en el interés de estabilidad pero al coste de no tener que hacer el esfuerzo de movilizar voluntarios, y es muy probable que este momento de protestas en la calles pase y todo seguirá igual. Partidos fuertes, cerrados y rígidos no es solamente la norma en España sino en Europa también.
Hay un interés infinito que existe sobre la campaña de 2008 de Barack Obama, pero la “magia” de esta campaña es entendida como su campaña online y en las redes sociales. Y a pesar de que el uso de la nueva tecnología en la campaña de Obama fue novedosa, la verdadera magia fue el mismo candidato y parte de su magia fue su imagen como el líder de, más que una campaña, un movimiento social. Entonces, lo que tocaba cada aspecto de la campaña y realmente formaba su fundación fue el desarrollo de un ejército de activistas. En España, todos los partidos han incorporado varias formas del “ciberactivismo” en sus campañas, algo que ha servido de forma muy conveniente y fácil para fingir una participación más profunda pero las manifestaciones del 15-M nos demuestran que eso no ha dejado satisfechos a los que quieren participar.
Sin embargo, ha habido algunos esfuerzos en algunos organismos políticos que son una señal positiva y renovadora que demuestran que la gente se está movilizando para participar y luchar por su partido. Por ejemplo, en el PSOE la movilización de voluntarios es central por la necesidad de captar 22.000 de avales en unas semanas. Es un reto claro que resuena con los militantes que creen mucho en los valores del PSOE y a la vez están enfadados con el sistema de elegir candidatos: pasión y enfado, el deseo de cambiar algo, ingredientes muy potentes y necesarios para el activismo.
De la misma manera, existe la movilización por necesidad en el nuevo partido UPyD que ha ganado 152 concejales en su primera elección municipal. Fernando Maura, Responsable de Política Internacional de UPyD afirmó que "en nuestra campaña el ciudadano tiene un papel" y que ganaron a través de la acción a “nivel del calle” porque los medios no les hacen caso. Desde su principio en 2007, este partido nuevo no tenía otra opción que apoyarse en voluntarios sobre todo, porque su financiamiento está determinado en función de la votación obtenida en la elección anterior—algo que ha
ce la creación de un partido nuevo un desafío muy importante.
Pero una cosa es movilizar a los activistas por necesidad y otra intentar cambiar un sistema arraigado. “Pero las primarias en España no son primarias” me regañó uno de los hombres mayores que típicamente dominan las tertulias en TV Intereconomía que frecuento últimamente. Es importante entender que las primarias en Estados Unidos son algo relativamente nuevo, y este cambio fue ganado a través del activismo y a las manifestaciones violentas de la Convención Demócrata de 1968. Hubert Humphrey ganó la nominación a pesar de las victorias en las primarias del candidato anti-guerra de Vietnam Eugene McCarthy. El resultado fue una comisión del partido Demócrata que decidió establecer nuevas reglas para asegurar más participación y posteriormente, los estados adoptaron sus recomendaciones para los dos partidos. Hoy en día el sistema no es perfecto ni perfectamente democrático, por ejemplo, el papel de los famosos “super-delegados” en la primaria de Obama y Clinton de 2008 ha sido cuestionado.
Esta energía del activismo y ganas de participación se ha hecho presente en las manifestaciones del 15-M porque no había otra manera eficaz de expresar esta indignación. Los organizadores de AcampadaSol siguen manifestándose en la vía pública, asimismo siguen con sus asambleas y comunicaciones a pesar de que la cobertura de la prensa ya ha pasado para enfocarse en la crisis sanitaria de los pepinos.
Lo más recomendable para ellos será quedarse con algunos mensajes o acciones muy concretas y no caer en la idea utópica de una organización completamente horizontal. Hace falta estructura, precisamente para que pueda ser un movimiento democrático. También, si quieren cambio político habrá que consolidar su poder y hacerlo con sus votos. El objetivo es que posteriormente pueda utilizar esos votos para influir programas políticos, es decir hacer advocacy (promoción política) porque el activismo político no tiene sentido sin promoción política.